Durante estas semanas he comentado el proceso, el esfuerzo que supone y algunas herramientas que ayudan a poder elegir entre varias alternativas a la hora de tomar una decisión.

Sin embargo, aunque la teoría es muy clara, la realidad es que, ante decisiones difíciles, nos resulta muy complicado decidirnos entre unas u otras alternativas porque la diferencia entre ellas es una cuestión de matices y todas las opciones tienen sus pros y contras y te atraen y te disgustan a partes iguales, llevándote a un estado de indecisión bastante desagradable. Y  por eso hablo de decisiones difíciles y no complicadas ya que puede ser igual de engorroso para una persona elegir entre varios trabajos, cambiar totalmente de vida, decidir qué tipo de vestimenta debe llevar para salir o qué va a comer hoy.

Al final, el dilema surge cuando ninguna de las opciones entre las que puedes elegir destaca sobre el resto.

Algunas otras razones por las que nos resulta difícil elegir es cuando supone algo importante en nuestra vida o sobre la vida de alguien, como que te concedan un nuevo puesto y sea en otro país; o que realmente la decisión no se puede basar en algo medible o cuantificable como puede ser tener que elegir entre dos actividades que te gustan mucho; a día de hoy creo que la unidad de medida del “gustazo” no es muy objetiva y más si hay que añadir el “disgustazo” de no realizar la no seleccionada (o lo que en economía denominan coste de oportunidad). Otras causas también son el miedo a elegir una mala decisión y que puede suponer salir de la zona de confort,  sentirte inseguro porque siempre queda la duda de no tener en cuenta todas las posibilidades, ya que lo normal es que no nos realicemos las preguntas adecuadas y limitamos nuestras opciones realmente; hacer siempre caso a las personas de tu entorno o sólo escuchar a las personas que confirman tus ideas, incluso el estado de ánimo de hoy puede decantarnos por una opción que en otro momento ni siquiera la tendríamos en cuenta.

Todas estas razones suponen siempre un esfuerzo extra ante este tipo de situaciones pero no dejes que te paralicen, antes o después tendrás que tomar una decisión (incluso no querer también es una elección). Así que en ningún momento pierdas de vista cual es el problema y cuales son los objetivos a los que necesitas llegar, utiliza las herramientas más adecuadas para poder encontrar todas o casi todas las alternativas que resuelvan esa situación, elige una y aplícala. Pero esto no acaba aquí, ya que una decisión no tiene por qué ser definitiva, revisa la ejecución de lo que has decidido y si ves que no funciona como habías planteado previamente, pivota hacia otra opción.

Y estos van a ser la mayoría de los problemas con los que nos vamos a encontrar hasta que creemos una máquina del tiempo o sepamos acceder a mundos paralelos y podamos conocer con antelación que va a ocurrir si elegimos cada una de las alternativas que solucionen un problema.